La tragedia aérea del viernes 13 de octubre de 1972, día en que el equipo chileno de rugby se estrelló en la cordillera de los Andes, no terminó con el choque de su aeronave.

Mientras esperaban ser rescatados, quienes sobrevivieron al impacto tuvieron que buscar la manera de continuar alimentándose. Aunque a bordo tenían algunas provisiones comestibles, como chocolate, vino y mermelada, frutos secos y galletas saladas, una vez que estas se terminaron, el grupo tuvo que enfrentarse a un debate ético, religioso, pero de vida o muerte.

Los cuerpos de los otros pasajeros fallecidos continuaban cerca de ellos.

Publicidad

La propuesta llegó de parte del médico Roberto Canessa: alimentarse con esa carne humana (antropofagia).

Aunque inicialmente la reacción de la mayoría del grupo fue de resistencia, poco a poco cedieron en su postura para lograr seguir vivos.

Inspirada en el libro homónimo del periodista y escritor uruguayo Pablo Vierci, la cinta del español J. A. Bayona retrata esta difícil decisión que solo fue revelada por los supervivientes tras su rescate, ocurrido dos meses después del accidente, en diciembre de ese mismo año.

Publicidad

¿Pero se conoce a quiénes pertenecieron los cuerpos que comieron?

El uruguayo Pancho Delgado fue el encargado de revelar al mundo lo ocurrido en una rueda de prensa convocada en el colegio Stella Maris-Christian Brothers de Montevideo (Uruguay) y aclarar los rumores que ya corrían entre los medios de comunicación de la época.

Publicidad

Según recoge el libro de Vierci: “Empezaron a circular los rumores de que nos habíamos alimentado de los cuerpos de los muertos; se había filtrado por las fotos que habían sacado los propios tripulantes de los helicópteros, las que habían llegado a los periódicos”.

Sin embargo, la identidad de los cuerpos que se consumieron permanece como uno de los secretos mejor guardados del grupo.

Solo los encargados de disponer de los cadáveres, entre ellos Roberto Canessa, estaban al tanto de ese detalle y evitaron contarlo a los demás.

Se respetaron los cuerpos de los familiares de Nando Parrado y el de Liliana Methol.

Publicidad

“Para nosotros, dar ese salto fue una ruptura definitiva, y las consecuencias fueron irreversibles: nunca volvimos a ser los mismos”, relató Canessa en el libro que publicó en 2016.