El mundo después de la pandemia es y se ve distinto. Y no solo en el área de la salud; el estilo de vida, trabajo y estudios se desplazan en nuevas direcciones. La manera en que nos movilizamos está en el centro de la discusión, especialmente en el concepto de la ciudad de los 15 minutos, que busca alternativas para reducir el impacto de las emisiones de CO2 y al mismo tiempo darnos más de la tan deseada calidad de vida.

Se promueve con más fuerza a partir de 2021, con acciones como las de la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, quien convirtió una de las calles más transitadas de esa ciudad (la Rívoli) en un camino solo para peatones y ciclistas.

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El mentalizador, el urbanista franco-colombiano Carlos Moreno, ha estado desarrollando este modelo por al menos una década. Él presentará el próximo 7 de mayo, el libro The 15 Minute City, A Solution to Saving Our Life and Our Planet (Una solución para salvar nuestra vida y nuestro planeta, de la editorial Wiley, puede reservarse en Amazon), con prólogo del reconocido arquitecto danés Jan Gehl y con epílogo de la maestra estadounidense Martha Thorne.

Moreno, profesor de sistemas complejos e innovación de la Universidad de París, sostiene que no es su propósito transformar la ciudad, sino la vida de la ciudad. Y en esa vida, los ciudadanos deberían poder llegar a sus lugares de estudio, trabajo, compras, colegios, servicios de salud, cultura y recreación en apenas 15 minutos caminando o en bicicleta desde sus hogares.

El énfasis es ambiental, urbanístico, pero también social. En entrevista con la BBC, Moreno ha dicho que los seres humanos han llegado al siglo XXI como centauros, mitad humano y mitad auto, y que deberíamos tener la posibilidad de caminar más.

La dificultad de llevar el modelo de los 15 minutos a la práctica

Curiosamente, la visión de Moreno no es del agrado de todos los habitantes de las ciudades cuyos administradores han contemplado la idea. Él dice que alguien se ha inventado que tiene un ‘plan siniestro’ para encerrar a la gente en los barrios.

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En ciudades como Swansea y Oxford (Reino Unido) y en Ottawa (Canadá) hubo manifestaciones en 2023 contra la ciudad de los 15 minutos, atribuida a una agenda secreta de entidades como el Foro Económico Mundial, una conspiración de la ‘tecnocracia comunista’.

Para quien piense que esto es tan solo un nombre sofisticado para hablar de los clásicos barrios, Moreno ha respondido en entrevista con el medio Ethic: la realidad ha cambiado, y hoy la proximidad no depende solo de la distancia física, sino de la virtualidad. “Crear plataformas que creen conexión entre la gente, unir tu barrio al mundo entero, poder hacer un curso de inglés, español o francés y discutir con gente que esté en Inglaterra, Estados Unidos, Francia o Brasil. Esa hibridación hace que te dé acceso a una visión del mundo mucho más amplia que la que tendrías si estuvieras aislado en tu barrio, sin tener conocimiento de lo que pasa en el resto del mundo”.

¿Qué tan posible sería aplicar un modelo similar en ciudades que han tenido un crecimiento no planificado, rápido y desordenado, como ocurre en gran parte del mundo?

El arquitecto Javier Martínez Moronta, de la Universidad Internacional de la Rioja, nos explica que es, todavía, un concepto más teórico que práctico, no enfocado en la distancia, sino en el medio de transporte. En este caso, la bicicleta o cualquier otro vehículo sin consumo de combustible.

El principal obstáculo es cómo aterrizar la propuesta. “La realidad es que para las grandes urbes dar un paso para atrás es prácticamente imposible. La infraestructura, las carreteras y edificios han adquirido una escala en la que retroceder es difícil”. Son un gran imán y la gente quiere vivir en ellas, atraída por la gran oferta.

Sin embargo, para ciudades todavía pequeñas o medianas este concepto sí es muy positivo. “Si conseguimos incentivarlo a través de programas de apoyo, de reducción de impuestos, mejora de puestos de trabajo o de ofrecer ciertas facilidades a la vida, podría funcionar”.

Barrios y urbanizaciones, posibles candidatos al modelo de los 15 minutos

Los barrios y las urbanizaciones que están justo en el límite de las ciudades podrían ser candidatas al modelo de los 15 minutos. En este caso, describe Martínez, la población suele ser grande, y son los servicios los que no están alineados. “A lo mejor la dotación sanitaria o educativa no es capaz de dar servicio a esa cantidad de gente”.

En ese caso, indica, se deben buscar compensar esos servicios o no seguir incentivando un modelo de masificación de vivienda, con núcleos de mucha densidad de población en un espacio pequeño.

El mayor desafío sigue siendo la forma de movilización. “El principal handicap aquí es que la gente se olvide de ir en coche, y eso a día de hoy ya es muy difícil de perder; convencernos de que no necesitamos un vehículo es difícil”.

La búsqueda del equilibrio, modelos en los que la cantidad de servicios sea coherente con la densidad poblacional, y que la respuesta sea orgánica. “Entonces, el propio habitante de una manera muy natural va a entender que puede ir andando al centro médico, que puede usar la bici para ir a trabajar y volver, y que puede adaptar su vida a ese modelo”,

Para Martínez, una de las de las principales ventajas de la ciudad de los 15 minutos es el impacto ambiental. Sin embargo, la ciudad que describe Carlos Moreno todavía no existe. “Sí que hay pequeñas colonias en zonas de Escocia y del norte de Europa en las se han hecho estos prototipos. Y se ha conseguido reducir notablemente la movilidad, incentivando mucho los carriles para ‘bicis’ y las sendas peatonales, y se han ajustado los servicios para no tener que depender tanto del coche”.

Y la razón principal para que el ciudadano no quiera ni pensar en dejar estacionado el carro es el trabajo. “No todos permiten la opción de ser telemáticos, hay un porcentaje de gente que necesita desplazarse varios kilómetros, no todas las oportunidades de trabajo pueden concentrarse en un radio de 15 minutos, no podemos juntar una industria pesada con un comercio”.

Este, entonces, sería el modelo de las urbes posmodernas, muy tecnológicas, en áreas en las que la gente pueda optar por hacer su trabajo desde casa. “Si lo multiplicamos a nivel urbanístico y a nivel poblacional, reducimos las emisiones de manera exponencial”.

¿Qué les queda a las ciudades grandes? Hacer conciencia social de que detener las emisiones es labor de todos. “Una de las medidas que podemos tomar es plantear en nuestro trabajo si es realmente necesario estar en presencial cinco días a la semana. Si conseguimos que un porcentaje trabaje al menos uno o dos días desde casa, ya son desplazamientos que reducimos. Si a la hora de programar las compras, las centralizamos en uno o dos trayectos a la semana, estoy haciendo ese ejercicio”.

¿Se puede implementar los 15 minutos de forma total? Tal vez no, pero hay estrategias desde la propia iniciativa, que sumada a un colectivo que piensa en favor de los demás y optimiza la movilidad, reduce la contaminación. “A lo mejor lo que tenemos que hacer es cambiar nuestros hábitos de consumo y adaptarlos a una racionalidad, tanto en el tiempo como en la forma”. (I)