Los chilenos decidieron el domingo que Gabriel Boric, de 35 años, será el nuevo presidente del país el periodo 2022-2026. Oficialmente remplazará a Sebastián Piñera el 22 de marzo.

Tras una polarizada campaña electoral, el izquierdista terminó ganándole al ultraconservador José Antonio Kast, por 10 puntos de diferencia (55,87 %) en la mayor participación en una elección desde que el voto es voluntario (55,6 % de 15 millones de empadronados).

Boric prometió ser el presidente de todos los chilenos y “cuidar la democracia todos los días”.

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“El futuro de Chile nos necesita a todos del lado de la gente y espero que tengamos la madurez de contar con sus ideas (la de los otros candidatos) y propuestas para comenzar mi gobierno”, afirmó en su primer discurso tras conocer la victoria.

Entre los retos que tendrá que enfrentar está que salga adelante la nueva Constitución, cuyo proceso él apoya, y de ver que esté bien encauzada, sin que vaya a plantearse cosas que después no son realizables o que no van a ser apoyadas por la opinión pública en el plebiscito de salida, según el sociólogo y consultor chileno Eugenio Tironi.

“Él ha planteado un desafío muy importante en el campo de salud, como es el reducir la listas de espera, porque la pandemia ha producido una gran presión por patologías más tradicionales, por decirlo así. (También en) pensiones y reactivación económica”, apunta Tironi.

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Para Eduardo Arriagada, experto de comunicación y profesor de la Universidad Católica de Chile, comenta que Boric va a acompañar mucho más el proceso constituyente que lo pasaba si ganaba Kast.

“Él sabe que el plebiscito de salida de la Constituyente también puede ser un plebiscito a su primer año de gestión, en un año que va a ser de todas maneras muy difícil”, comenta Arriagada, añadiendo que deberá trabajar muy fuerte en el tema de seguridad y solucionar el orden público, que es algo que se ha manejado muy mal durante los últimos años.

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Respecto a su relación con el Congreso, que estará dividido casi a partes iguales en cuanto a tendencia ideológica, el sociólogo cree que la experiencia que ha tenido por ocho años le dará a Boric lo que necesita para negociar. “Él se siente muy a sus anchas en el Parlamento a diferencia de (los presidentes) Piñera, (Michelle) Bachelet, (Ricardo) Lagos o (Eduardo) Frei... entonces es un hombre que puede conseguir más acuerdos en el Parlamento de los que se cree, a pesar de su fragmentación”.

Mientras que Arriagada recuerda que además de su capacidad también será clave quién lleve la relación con el Congreso, generalmente un ministro, ya que prometió sacar leyes con grandes acuerdos, así como actores claves a su alrededor.

Para Tironi el mercado, la bolsa, ya tenía internalizado que ganaba Boric y, por ende, no se va a producir tanta zozobra. Además de que en segunda vuelta Boric se comprometió a mantener la independencia del Banco Central, hizo anuncios de responsabilidad fiscal, combate a la inflación, dar importancia al crecimiento y al empleo. También se vieron gestos de concordia democrática tras conocerse los resultados.

“Todo eso va a ser muy importante desde el punto de vista de los mercados”, añade Tironi.

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Propone aumentar impuestos y crear “estado del bienestar”

Boric busca terminar con la privatización de servicios básicos y acabar con el modelo marcadamente proempresarial que se heredó de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y que llevó a Chile a ser el país con más renta per cápita de Sudamérica, pero el más desigual, según la base de datos independiente World Inequality Database.

El joven político es defensor de transitar hacia un “estado del bienestar” que cubra ciertos derechos sociales, dijo a EFE María Cristina Escudero, politóloga de la Universidad de Chile.

Quiere un sistema de salud público de contribución universal (actualmente solo aportan quienes no se atienden en el sistema privado) y un modelo de pensiones que no esté gestionado por entidades lucrativas.

Para financiar más servicios públicos, Boric propone aumentar la recaudación el 8 % del PIB en ocho años, algo que “genera gran desconfianza en los mercados” y que podría espantar la inversión, expresó a la misma agencia Francisco Castañeda, director de la Escuela de Negocios de la Universidad Mayor.

Su plan, que muchos han tildado de “bucólico”, pasa por mejorar la progresividad impositiva, reduciendo algunas exenciones tributarias y aumentando impuestos a cerca del 1,5 % del total de contribuyentes, los que obtienen más de 4,5 millones de pesos mensuales (sobre $ 5.300).

Además de un gravamen especial a los superricos, crear impuestos verdes e imponer una polémica regalía por la extracción de cobre –Chile es principal productor del mundo–.

Busca “un régimen parecido al que tiene la mayoría de los países de la OCDE”, donde el promedio de recaudación tributaria como porcentaje del PIB es del 22,9 %, frente al 20,7 % de Chile. (I)