Cocinar en la vía pública, vender la comida, comprarla y comerla en la interperie, es común observarlo en las calles de Guayaquil; por ejemplo en el norte, en la ciudadela Martha de Roldós. / EL UNIVERSO

Chancletas, calzones, aguacates, en los portales; fogones con maduro asado, carretillas con ollas de guatita y encebollado, en la avenida 9 de Octubre; expendedores de droga, borrachos y drogadictos, en la plaza Rocafuerte; olores nauseabundos y aguas sucias de platos enjuagados en pleno corazón urbano vandalizado por vendedores ambulantes que a gritos reclaman sus derechos a “ganarse el pan” en cualquier sitio. Y, entremezclados con delincuentes y personas dedicadas a la prostitución, se han tomado la parte más emblemática de Guayaquil, a pocos pasos de la Gobernación y de la M. I. Municipalidad (que de ilustre poco le han dejado).

Como película de tiempos que habíamos superado, volvemos a la barbarie, al desorden y la porquería, en que amparados por el padrino de turno cada cual se siente con derecho a hacer lo que le da la gana, a escupir y orinarse en las estatuas de nuestros próceres, a pintarrajear edificios patrimoniales que a nadie le importa restaurar. Y como aquí no se revisa la historia, hay una generación que no tiene ni idea de lo que significó sacar a Guayaquil de una crisis profunda y mirar con optimismo hacia el futuro. Eso que nos ocurrió en las dos últimas décadas del siglo XX fue por la acción de un verdadero líder que después de haber ejercido la Presidencia de la República, por decisión popular, asumió la Alcaldía y secundado por funcionarios comprometidos por amor a Guayaquil trabajaron esforzadamente para devolvernos la dignidad y el orgullo que hoy nos vuelven a pisotear.

¿Dónde están los concejales de aseo de calles, vía pública, desarrollo turístico, educación y cultura, salud pública, etc., que cobran sueldos y no salen a caminar por las calles céntricas para enterarse de lo que pasa en la ciudad? ¿Dónde está la acción conjunta entre Gobernación y Alcaldía para evitar la delincuencia? ¿Hay líderes dispuestos a trabajar por Guayaquil? (O)

Publicidad

Jenny Estrada Ruiz, historiadora, Guayaquil