Politiqueros no aman al país, comunidades, nadie. El complejo, orgullo, marea; se hacen prepotentes, intransigentes, dominantes, ambiciosos para mandar a muchos más que a los congéneres de las parcelas, sino para dirigir como jefes supremos a 12 millones de ciudadanos con diversos rasgos étnicos.

Las élites de control público en sus ramas militares y el presidente constitucional de la República no pueden dormirse. Cada hora avanzan las tácticas, las alianzas políticas, los desmanes, los avisos que no van a declinar ya que quieren conseguir el plan que se proponen. Ecuador tiene mucho peso con la pandemia, no desea revueltas. (O)

Roy Mera G., Samborondón