María Taco, una mujer de 64 años, es un ejemplo vivo de la resiliencia y determinación. Con dos décadas dedicadas al reciclaje, su historia es un testimonio de cómo el trabajo duro y la solidaridad pueden transformar vidas y comunidades.

En una entrevista con EL UNIVERSO, ella compartió su experiencia e incidencias que ha enfrentado a lo largo de los años. Comenzando con la pregunta sobre cuánto tiempo lleva dedicada al reciclaje, María respondió con un simple “ya son 20 años”. Sin embargo, detrás de esta respuesta aparentemente sencilla, se encuentra una historia de lucha y superación.

Antes de dedicarse al reciclaje, María era vendedora ambulante, ofrecía frutas en el centro histórico de Quito. Originaria de Latacunga, provincia de Cotopaxi, llegó a la ciudad en busca de mejores oportunidades.

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Sin embargo, su vida estuvo marcada por dificultades, incluyendo detenciones repetidas debido a conflictos con las autoridades locales.

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“Hasta embarazada me detuvieron”, reveló María, destacando la dureza de sus circunstancias. Comentó que los policías municipales de ese entonces levantaron su puesto y le aprehendieron en al menos siete ocasiones.

A pesar de enfrentar numerosos obstáculos en el camino, la mujer ha perseverado, encontrando en el reciclaje no solo una fuente de ingresos, sino también un sentido de comunidad y propósito.

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“Antes era mucho más difícil”, reflexionó. Habló sobre los tiempos en los que los recicladores no recibían una remuneración justa por su trabajo. “Se vende cada uno y entonces el precio no es algo alto para nosotros”, explicó.

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Sin embargo, destacó el poder de la unidad al mencionar que, junto con otros recicladores, formaron una asociación donde trabajan juntos para acoplar el material y compartir los ingresos de manera equitativa.

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La asociación, conocida como “Buena Esperanza de Pichincha”, actualmente cuenta con ocho miembros, todos compañeros de trabajo unidos por el objetivo común de mejorar sus condiciones de vida a través del reciclaje. A pesar de que no son familiares, María los considera parte de su familia extendida.

La base de la asociación se encuentra ubicada en el exterminal Terrestre Cumandá, donde María y sus compañeros llevan a cabo su labor diaria.

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Pero María no solo es una recicladora dedicada; también es madre, abuela y bisabuela. Con un hijo de 42 años, un nieto de 22 años llamado Johan, y una bisnieta de dos meses llamada Anita, la familia es una parte fundamental de su vida.

Cuando se le preguntó cómo se siente al seguir trabajando y generando ingresos a los 64 años, respondió que es un orgullo. Recordó sus humildes comienzos en el centro histórico, donde comenzó a recoger basura y separarla en su casa. “Me daba vergüenza”, admitió, pero su necesidad la impulsó a superar esos sentimientos.

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QUITO.- Recicladores recibieron homenaje por su gran labor para la sociedad, María Taco es una de ellas. Foto: Carlos Granja Medranda

A lo largo de los años, ha sido testigo de muchos cambios en el mundo del reciclaje. Gracias a capacitaciones y a la ayuda de organizaciones como la Red Nacional de Recicladores del Ecuador (Renarec), ha visto cómo la cultura del reciclaje ha evolucionado. Sin embargo, aún reconoce que hay mucho trabajo por hacer en términos de concienciación sobre la separación adecuada de los desechos.

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La historia de María Taco es un recordatorio inspirador de la fuerza del espíritu humano y la importancia de la solidaridad y la determinación en la búsqueda de una vida mejor. Esta es una de todas las historias que se guardan bajo las marcadas manos de los recicladores. Este 1 de marzo se cumple su día de reconocimiento mundial.

En Ecuador se estima que existen cerca de 20.000 recicladores, María es una de estas personas que, a través de su trabajo incansable y su actitud positiva, continúa siendo un ejemplo para todos aquellos que enfrentan desafíos en sus vidas. (I)