A pocos días del anuncio de que el acuerdo comercial con China entraba en vigencia en mayo 1, General Motors (GM) comunica su decisión de cerrar su ensambladora en Quito. Muchos relacionan los eventos. Lo segundo no es consecuencia de lo primero porque GM simultáneamente cerrará en Colombia, que no ha firmado nada reciente con China.

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Pero sí hay un vínculo. China sigue una política agresiva de exportación de automóviles de la más reciente tecnología y a precios bajos; los carros chinos ganan mercado en Ecuador a pesar de pagar un arancel de 40 % para los autos de 1.000 c. c. y más alto aún para los de mayor cilindraje. El pequeño mercado doméstico no le permite a GM modernizar continuamente sus ensambladoras en Colombia y Ecuador para mantenerse competitiva; para ello tiene que traer sus carros de plantas más modernas de cualquier parte del mundo: de EE. UU., Brasil, Corea y la propia China, entre otros.

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GM se inicia en ensamblaje en Ecuador en 1981 debido al Pacto Andino. En 1969 Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia y Chile firmaron el Acuerdo de Cartagena. En Perú mandaba la estatizante dictadura militar de Velasco Alvarado, en 1970 asume Allende en Chile y en 1972 toman el poder los militares en Ecuador con la misma ideología, pero versión dictablanda. Los andinos optaron por abrirse entre ellos pero cerrarse al mundo, sustitución de importaciones a ultranza. Incluso se repartieron las industrias que debían ensamblarse con exclusividad en cada país. Ecuador designó a dedo a quienes les concedía cada industria y dónde instalarse; se le asignó una planta de ensamblaje automotor y ahí entra GM.

Venezuela se adhirió en 1973 y Chile se retiró en 1976 para optar por la apertura económica. Chile prosperó con la apertura, no así los andinos con la sustitución de importaciones. Ningún país permitía el ingreso de los productos asignados en exclusividad a otros. Luis Noboa compró los derechos andinos de la prestigiosa marca italiana de chocolates Perugina, montó una planta en Guayaquil con miras a exportar al mercado pudiente de la región, Venezuela. Caracas nunca permitió el ingreso de los chocolates Perugina ecuatorianos. Noboa Naranjo tuvo que desmantelar la planta y llevársela al Arauca Vibrador.

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Esta política industrial requiere altos aranceles proteccionistas y los consumidores pagan precios inflados. Ese sacrificio de los consumidores se puede justificar durante la infancia de la industria, pero no cabe mantenerla por 50 años, como hemos hecho, cuando dichas industrias ya están en el geriátrico. Bien por las industrias que aprovecharon esa oportunidad para desarrollarse y volverse eficientes. Las otras, pues que o bien se reorienten hacia líneas en que son competitivas, o cierren.

La política dirigista que adoptamos en los 70 no rindió frutos y ha colapsado. Que la decisión de GM lleve a nuestra clase dirigente a reflexionar. No podemos mantener petróleo y electricidad cerrados a la inversión privada, poner tantas trabas al desarrollo minero, ahogar en burocracia a todo proyecto de inversión. El Estado convertido en el perro del hortelano, ni invierte ni deja invertir.

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Hemos tocado fondo. Deuda externa impagable. Aumento imparable de la burocracia. Crecimiento del PIB de 0,1 %.Y en tinieblas. ¡Hasta cuándo! (O)