El Gobierno llegó a un acuerdo preliminar con el FMI, que debería concretarse en mayo y recibiremos un primer desembolso hacia junio. Son $ 4.000 millones en 4 años, pero me imagino el aporte en los primeros tiempos será proporcionalmente mayor. Y en espera de ese aterrizaje, la CAF ya ha hecho un adelanto (crédito puente enseguida reembolsado) por $ 800 millones. En próximos meses debería agregarse otro acuerdo por $ 1.000 millones con el FMI y se sumarán otros organismos internacionales que aportarán al menos unos $ 4.000 millones en plazos similares. En definitiva, para el presupuesto 2024 calculo entrarían hacia $ 3.500 millones.

Una industria nacional con futuro

¿Por qué este apoyo internacional? Porque el enfoque de los organismos es: “nuestra misión es ayudar a la economía mundial y a los países en problemas, y no vamos a dejar que un país se caiga porque no hemos tenido la flexibilidad para apoyarle, no queremos ser vistos como los culpables, Ecuador con el alza del IVA ya mostró su buena voluntad y esfuerzo, ahora nos toca apoyar”.

¿Es importante? Sin duda. Recordemos las cifras proyectadas a inicio de año. El Gobierno necesitaba encontrar alrededor de $ 15.000 millones que provenían de un déficit de $ 5.500 millones, atrasos del 2023 $ 4.500 millones, pagos de deuda interna $ 3.000 millones y de deuda externa $ 2.000 millones. ¿De dónde saldrían? Con las reformas tributarias de diciembre y marzo más la evolución (más bien negativa) de las recaudaciones se generarían unos $ 2.500 millones. Los pagos de deuda interna se renegociarían. Quedarían atrasos para el año próximo de al menos $ 4.000 millones (no nos engañemos, serán muy importantes). Se gastarían unos $ 1.500 millones menos de lo presupuestado (no necesariamente por esfuerzo y mérito, sino por incapacidad de gastar). Sumando llegamos a $ 11.000 millones, faltarían aún $ 4.000 millones. Bueno, los $ 3.500 millones de organismos internacionales ayudarían casi completamente a cerrar el bache.

Promoción de inversiones y empleo: para no bajar los brazos

¿Qué logramos con esto? Uno, que los $ 2.000 millones de deuda externa que vencen en el año los pagamos con deuda y obviamente la deuda no aumenta (recibimos $ 2.000 y pagamos el mismo monto). ¿Le parece mal? Bueno, la alternativa es no pagar esa deuda, lo cual sería irresponsable, o pagar con nuestros propios fondos que el Gobierno no tiene (sería lo ideal pero “no hay”), o renegociar esos pagos lo cual es equivalente a pagar con nueva deuda. Dos, los $ 1.500 millones adicionales (eso sí aumenta la deuda) irían a que el Gobierno tenga más dinero “para pasar el año” y que haya más liquidez (“más circulante”) en la economía.

¿Entonces, todo bien? No, no. Tienen razón los que dicen que el Gobierno no debería recibir ni un centavo más de deuda, para “obligarle a poner la casa en orden”, pero la vida real no funciona así desgraciadamente. Pero hay que mantener e insistir al menos en el enfoque: el Gobierno debe ir eliminando gastos improductivos que son tantos (los ciudadanos los vemos). Caso contrario nos endeudamos, seguimos malgastando los recursos y al final eso simplemente nos empobrece, no resolvemos problemas de fondo, solo navegamos. La responsabilidad fiscal es indispensable y eso significa por lo menos gastar los fondos de manera más productiva. ¡Si no es posible, vamos mal! (O)